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EnglishTranslated by Berta Arquer Vera
Soy una muñeca.
Nací, hace sesenta y seis años en Görlitz, Alemania, en un barracón del stalag VIII-A.
Soy aquella por la que un prisionero de guerra belga, con matrícula 15825, abrió los puños que conservaba cerrados para gritar su dolor. Dolor del hambre, del frío, de la enfermedad, de la oscuridad, de la lejanía, de la incertidumbre de seguir vivo al día siguiente, del horror de la guerra. Dolor afilado por el alambre espinado y las torres de vigilancia.
Soy la obra de sus manos temblorosas que ya no saben acariciar. Para darme cuerpo, ha tomado un trozo de su vieja camisa que ha envuelto sobre un pequeño palo de madera y que ha rellenado con paja, arrancada de su colchón. Con un primer lazo, ha rodeado el cuello, para dar forma a mi cabeza y, con el segundo, ha cerrado, la parte inferior de mi tronco. Para decorar mi cara, ha utilizado tinta. Después de haberla diluido en un poco de agua, ha hecho dos manchas claras para mis ojos. De una solo trazo, grueso y vertical, me ha dibujado una nariz, y de una curva trazó mi boca.
Soy la muñeca del stalag.
Estoy instalada en un bolsillo interior de su chaqueta lacerada por las letras KG en la espalda. Ésta será mi cuna durante toda su cautividad. Su corazón me calienta. Me sobresalto a menudo, despertada por los latidos cardiacos demasiado rápidos. Es lo que pasa, cada noche cuando los guardias del campo llegan, con brutalidad, para cerrar la puerta del barracón. El mismo fenómeno se reproduce el día de la distribución del correo cuando, él, espera desesperadamente que digan su nombre.
Soy aquella a quien él confía su sufrimiento de estar separado de su mujer y su hijo.
Soy aquella a quien se atreve a mostrar sus lágrimas, las noches donde no encuentra el sueño.
Solo soy una muñeca. La Muñeca del stalag.
Soy aquella que él ha llevado consigo para franquear los alambres de espino cuando, en la primavera de 1945, los soldados rusos vinieron para atacar Görlitz. Entonces, el ejército americano organizó nuestra repatriación hacia Bélgica.
Soy aquella con la que ha compartido el sabor de la libertad reencontrada.
Soy aquella que lo ha visto aturdido cuando, después de un viaje interminable, bajó del tren en la estación de Namur.
Nací el 2 de abril de 1946 y me llamo Sergine.
Soy la hija deseada por mi padre y mi madre, para borrar cinco años de separación.
Soy el cimiento que volverá a unir una pareja herida por la guerra.
Soy una niña adorada por su padre.
Soy una niña siendo venerada delante de su padre.
Soy una niña contenta cuando, sentada en su regazo, lo escucho contarme la historia de la muñeca del stalag.
Soy una niña que aún cree que la historia de la muñeca del stalag es la suya.
*Stalag: En alemania, Durante la Segunda Guerra mundial, fue un campo de prisioneros destinado a los soldados y suboficiales.
Nací, hace sesenta y seis años en Görlitz, Alemania, en un barracón del stalag VIII-A.
Soy aquella por la que un prisionero de guerra belga, con matrícula 15825, abrió los puños que conservaba cerrados para gritar su dolor. Dolor del hambre, del frío, de la enfermedad, de la oscuridad, de la lejanía, de la incertidumbre de seguir vivo al día siguiente, del horror de la guerra. Dolor afilado por el alambre espinado y las torres de vigilancia.
Soy la obra de sus manos temblorosas que ya no saben acariciar. Para darme cuerpo, ha tomado un trozo de su vieja camisa que ha envuelto sobre un pequeño palo de madera y que ha rellenado con paja, arrancada de su colchón. Con un primer lazo, ha rodeado el cuello, para dar forma a mi cabeza y, con el segundo, ha cerrado, la parte inferior de mi tronco. Para decorar mi cara, ha utilizado tinta. Después de haberla diluido en un poco de agua, ha hecho dos manchas claras para mis ojos. De una solo trazo, grueso y vertical, me ha dibujado una nariz, y de una curva trazó mi boca.
Soy la muñeca del stalag.
Estoy instalada en un bolsillo interior de su chaqueta lacerada por las letras KG en la espalda. Ésta será mi cuna durante toda su cautividad. Su corazón me calienta. Me sobresalto a menudo, despertada por los latidos cardiacos demasiado rápidos. Es lo que pasa, cada noche cuando los guardias del campo llegan, con brutalidad, para cerrar la puerta del barracón. El mismo fenómeno se reproduce el día de la distribución del correo cuando, él, espera desesperadamente que digan su nombre.
Soy aquella a quien él confía su sufrimiento de estar separado de su mujer y su hijo.
Soy aquella a quien se atreve a mostrar sus lágrimas, las noches donde no encuentra el sueño.
Solo soy una muñeca. La Muñeca del stalag.
Soy aquella que él ha llevado consigo para franquear los alambres de espino cuando, en la primavera de 1945, los soldados rusos vinieron para atacar Görlitz. Entonces, el ejército americano organizó nuestra repatriación hacia Bélgica.
Soy aquella con la que ha compartido el sabor de la libertad reencontrada.
Soy aquella que lo ha visto aturdido cuando, después de un viaje interminable, bajó del tren en la estación de Namur.
Nací el 2 de abril de 1946 y me llamo Sergine.
Soy la hija deseada por mi padre y mi madre, para borrar cinco años de separación.
Soy el cimiento que volverá a unir una pareja herida por la guerra.
Soy una niña adorada por su padre.
Soy una niña siendo venerada delante de su padre.
Soy una niña contenta cuando, sentada en su regazo, lo escucho contarme la historia de la muñeca del stalag.
Soy una niña que aún cree que la historia de la muñeca del stalag es la suya.
*Stalag: En alemania, Durante la Segunda Guerra mundial, fue un campo de prisioneros destinado a los soldados y suboficiales.